
La observaba cuando dormía. Recorrió con su vista cada centímetro de su cuerpo. Se acercaba para sentir su aliento. Quería entrar en su mente para ver que soñaba. Deseaba tocar su piel tan suave. Solo esperaba que despierte para tener guardado para siempre su olor.
Su esposa lo miró con ternura, extendió sus brazos y le dijo: - “Ahora tenéla un poquito vos”. Su corazón latió fuertemente y no existió nada más: solo su hija y el flamante papá.
Ana Clara Zabala
Cuanto amor!! bellísimo!
ResponderEliminarme salto una lagrima. Puro amor. Del bueno.
ResponderEliminarQué lindo que te generó eso!!!!
EliminarEs muy bello, conservaré estas letras en mi pensamiento. Gracias.
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